Se trata de ganar una de las batallas que tenemos abierta para defender la democracia: la movilización ante unos tratados negociados a espaldas de la población y con graves amenazas a nuestros derechos laborales. Los rescates bancarios, las pérdidas de derechos laborales o los recortes de gastos sociales son ahora impuestos por los mismos que promovieron las políticas comerciales globales que justificaban la ‘mercantilización’ de todas las facetas de la vida. Un modelo de comercio sin democracia que ha concentrado el poder corporativo, ha devastado el planeta y ha dejado nuestra soberanía al servicio de las grandes empresas.
Tenemos la oportunidad de cambiar las tornas. Porque podemos detener las negociaciones sobre el TTIP, el tratado comercial que negocian la Unión Europea y Estados Unidos. Un tratado que comenzó a negociarse en secreto y que la presión popular obligó a sacar a la luz. Un tratado que ha ido acumulando rechazo ciudadano al poner el lucro de las grandes empresas por encima de los derechos de las personas. Un tratado que se encuentra renqueante gracias al esfuerzo colectivo de millones de mujeres y hombres que han creído que solo se pierde aquello por lo que no se lucha.
Este próximo 5 de diciembre también se puede impedir que el Parlamento Europeo de luz verde al CETA, el tratado comercial ya negociado entre la Unión Europea y Canadá. Un tratado cuya falta de información ha sido mayor aún que la del TTIP y que incluye las mismas concesiones a los grandes capitales que el de EEUU, razón por la que cada vez se encuentra más en entredicho.
El análisis hecho por multitud de agentes sociales, demuestra que el sistema ICS (incluido en el texto del CETA) no acaba con el ISDS. Al contrario, permitiría a miles de multinacionales eludir los sistemas jurídicos nacionales y demandar a los Gobiernos en unos tribunales paralelos en caso de que las leyes o regulaciones limiten su capacidad para lucrarse. Y ante todo, amenaza con encerrar para siempre a los Estados miembros de la UE entre las rejas de la injusticia del régimen del ISDS.
Este otoño la población europea y norteamericana puede conseguir que ambos tratados pasen a la historia. No es una quimera. Al contrario, ahora mismo, es una victoria alcanzable. La presión ciudadana internacional se está mostrando lo suficientemente eficaz y coordinada como para asestar un golpe en la línea de flotación del modelo comercial imperante. Y entre sus grietas, se pueden materializar nuevos paradigmas.
Sabemos que el mero hecho de derrotar estos tratados no supone un cambio inmediato de modelo. El día que se anuncie la ruptura de las negociaciones del TTIP no se desharán los recortes, ni se derogarán las últimas reformas laborales, ni los intereses privados desaparecerán de la sanidad. Tampoco habrá un reparto instantáneo de la riqueza o del trabajo. No será el día en que el cambio climático deje de ser un hecho, desaparezca la violencia machista o se evapore la deuda con los mercados financieros para poder aumentar el gasto social. No. Pero esa noche quienes tratan de obtener beneficios a costa de los derechos del resto de las personas dormirán sabiendo que su poder tiene un límite, el de la ciudadanía activa y organizada. Habrán escuchado el grito de liberación de quienes quieren un modelo de desarrollo más solidario, justo y con respeto ambiental. Sabrán de la fuerza de quienes creen que la libertad de las personas debe prevalecer sobre la de los grandes capitales. Comprenderán algo tan sencillo como que los pueblos deben decidir democráticamente su futuro por encima de los intereses de las grandes empresas.
Por ello el Pleno de la Federación STECyL-i:
Insta a las autoridades de nuestra Comunidad y a las del Estado a solicitar una moratoria completa de estos tratados con el objeto de proteger nuestro modelo social y laboral de una desregulación normativa que nos perjudique.