Este 1 de Mayo nos asomamos a otra primavera en lucha, esta vez, con un claro resurgir de la movilización ciudadana en defensa de sus derechos y libertades, contra las políticas de recortes y privatizadoras que llevan guiando la economía y la política desde 2012.
La huelga general de este 8 de marzo, no solo nos ha situado como referente internacional, sino que ha demostrado cómo, una vez más, la sociedad organizada desde las bases, es capaz de poner en marcha enormes movilizaciones que han ido más allá de la tradicional huelga laboral, para paralizar ciudades y pueblos que reclaman una igualdad real entre hombres y mujeres y el fin de todas las violencias machistas.
El movimiento feminista, ha sido capaz de poner en el prime time reivindicaciones anticapitalistas, de igualdad y justicia social, de una economía que sea para el planeta y para las personas, de poner en valor los cuidados y repensar el uso de los tiempos, los espacios y el trabajo productivo y reproductivo, de repensar, al fin y al cabo, el sistema en el que vivimos, que condena a la mayoría de la población, por ser mujer, por no ser heteronormativas, por ser migrantes, por ser pobres. La Organización de Mujeres de la Confederación Intersindical, como no podía ser de otra manera, y al igual que ya hizo en 2017 con la convocatoria del Paro Internacional de Mujeres, ha trabajado junto con el movimiento feminista convocando huelga laboral de 24 horas. ¡Nos damos la enhorabuena, compañeras!
Las reclamaciones de la Plataforma en Defensa de las Pensiones Públicas han supuesto otro de los ejes de movilización de mayor importancia. El grado de precariedad en el que viven la mayor parte de las personas pensionistas, especialmente mujeres, ha hecho que incluso la Unión Europea llame la atención al gobierno del Partido Popular. Esto unido a la ridícula subida de las pensiones, a la apuesta clara por privatizar su gestión, ha hecho que la sociedad salga a la calle, junto a las personas jubiladas y pensionistas, para defender un sistema de pensiones público y digno.
La defensa de lo público, frente a los dos Acuerdos por la Mejora del Empleo Público firmados por Montoro, CCOO, UGT y CSIF, que consolidan recortes y precariedad y un desmantelamiento paulatino de los servicios públicos – el gran negocio para la empresa privada – ha llenado también las calles de protestas, especialmente en Educación, donde el profesorado interino ve peligrar su puesto de trabajo, en una convocatoria de oposiciones que ha dejado en la estacada al personal que durante años ha servido con su trabajo y dedicación en los centros educativos.
La defensa de las personas más pobres, –otra vez las más pobres, las mujeres– la lucha contra el paro, el trabajo precario y lapobreza laboral, han sido encabezadas por la Marcha por lo Básico y No + Precariedad –movimientos en los que participamos–, que han sido capaces de unificar en sus espacios a la sociedad civil en defensa de una vida digna, de un trabajo digno.
Las Marchas de la Dignidad se mantienen como espacio de trabajo unitario, aunque ha perdido gran parte de su iniciativa movilizadora, al haberse visto sobrepasadas por otros espacios de confluencia de los movimientos sociales. En todo caso, la regularidad de las reuniones y el análisis y debate en las mismas, ha permitido que sea el espacio unitario desde el que con más contundencia se han defendido los derechos sociales y las libertades tras la represión policial y la vergonzosa aplicación de la Ley Mordaza, que campan por todo el Estado, como bien saben las compañeras y compañeros de la Plataforma Pro Soterramiento en Murcia, o la ciudadanía catalana, que ha visto especialmente atacados sus derechos tras la aplicación del 155 y la judicialización del Procés.
¿Estamos ante un nuevo estallido de la movilización social, como ocurrió antes del pre 15M? Claramente, tras los primeros momentos de lucha, con las Mareas llenando las calles y unas Marchas de la Dignidad que sacudieron todo el territorio, se fue apagando la movilización. Una movilización que ahora vuelve a resurgir ante la realidad de unas políticas que nunca han pretendido recuperar lo arrebatado con la excusa de la crisis, sino todo lo contrario –como queda patente en estos Presupuestos Generales anti personas–, ahondar aún más en la externalización y privatización de lo público, que beneficia a una minoría cada vez más rica y más poderosa y deja en la pobreza a la mayoría de la población, y que carga especialmente sobre las mujeres el sostén de todo lo arrebatado.
La Confederación Intersindical, la Organización de Mujeres de la Confederación, y los sindicatos que la conforman, han estado y estarán al servicio de la transformación social, de la recuperación de derechos y de la lucha por una dignidad que nunca será arrebatada. La defensa de lo público, el convencimiento de que el feminismo debe ser vertebrador de toda lucha, la apuesta por la justicia social, por el bien común, la defensa del planeta y de las personas que lo habitan, y por supuesto la defensa de las trabajadoras y los trabajadores son nuestro compromiso.
¡Que viva la lucha de la clase obrera!