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El planeta, así como los seres vivos y los ecosistemas, nos encontramos en grave peligro,
prueba de ello son los recientes informes sobre el estado de la Biodiversidad del IPBES
y sobre el calentamiento global de 1,5 ºC del IPCC ,alertándonos del rumbo al que nos
dirigimos: la extinción de una gran parte de los ecosistemas terrestres. Un millón de especies
están en amenazas por la actividad humana, así como también estamos al borde de un punto
de no retorno frente al cambio climático si no modificamos nuestra trayectoria cuanto antes.
No responder ante la crisis ecológica y civilizatoria supondría la muerte de millones de
personas, además de la extinción irreemplazable de especies imprescindibles para la vida en
la Tierra, dadas las complejas interrelaciones ecosistémicas.
Evitar que la temperatura global se eleve porencima de 1,5 °C debe ser una prioridad de la
humanidad. Necesitamos reducir con carácter urgente las emisiones de CO2eq (equivalente
de carbono), reajustando nuestra huella ecológica a la biocapacidad del planeta.
Tanto la urgencia como la gravedad de la situación climática y ecológica exigen una
actuación rápida y contundente para evitar los peores escenarios indicados por la ciencia.
Lograr estos objetivos requiere, necesariamente, de:
–
Verdad
. Que los gobiernos digan la verdad acerca de lo urgente que es nuestra situación actual, asumiendo que el primer paso para solucionar un problema es admitir el diagnóstico de la comunidad científica. Los medios de comunicación tienen un papel fundamental para transmitir esa realidad.
–
Compromiso
. Declarar la emergencia climática es, sin duda, insuficiente, por lo que debe
venir acompañada de compromisos políticos reales y vinculantes, mucho más
ambiciosos que los actuales, con la consiguiente asignación de recursos para hacer
frente a esta crisis. Garantizar reducciones de gases de efecto invernadero anuales
superiores al 7%, así como detener la pérdida de la biodiversidad son la única
respuesta posible para evitar un colapso de todos los sistemas naturales, incluido el
humano.
–
Acción
. Abandonar los combustibles fósiles, apostar por una energía 100% renovable y
reducir a cero las emisiones netas de carbono lo antes posible de manera urgente y
prioritaria, en línea con las indicaciones del informe del IPCC para limitar el aumento
de las temperaturas globales a 1,5 ºC. Demandamos que los gobiernos analicen cómo
lograr este objetivo y propongan los planes de actuación necesarios: frenen nuevas
infraestructuras fósiles (centrales, exploraciones, grandes puertos, etc.; reducción de
los niveles de consumo y del transporte; cambio de modelo energético; reorganización
del sistema de producción; educación, además de otras medidas contundentes. Todo
esto debe quedar reflejado en la Ley de Cambio Climático y Transición energética y
en el Plan Nacional Integrado de Clima y Energía.
Democracia
. La justicia y la democracia deben ser pilares fundamentales de todas las
medidas que se apliquen, por lo que han de crearse los mecanismos adecuados de
participación y control por parte de la ciudadanía para abordar las cuestiones sociales
difíciles y para formar parte activa de la solución mediante la democratización de los
sistemas energéticos, alimentarios, de transporte, etc. En estos procesos se debe
garantizar la igualdad de género en la toma de decisiones.
–
Adoptar medidas urgentes para frenar la extinción masiva de especies y para
acabar con la pérdida de biodiversidad, la especulación financiera de la naturaleza, el
extractivismo insostenible y la desmedida mercantilización de las materias primas y
los comunes. Estamos deforestando los bosques, destruyendo los deltas, las marismas,
los arrecifes de coral, los manglares, contaminando los océanos, los ríos, agotando los
acuíferos. Nuestra supervivencia depende de estos ecosistemas que son la esperanza y
la salvación para toda la vida en nuestro planeta.
–
Realizar un giro de 180 grados en las políticas comerciales internacionales, acabando con la
firma de tratados de comercio e inversión que ahondan la problemática del aumento de gases de efecto invernadero vía incremento del transporte marítimo interoceánico, así como de la aviación civil, que dificultan la lucha contra el cambio climático a través de las cláusulas de protección de inversiones
(ISDS). Las medidas de mercado no pueden sustituir la adecuada planificación de la transición ecológica.
–
Los países empobrecidos son los menos responsables de la degradación planetaria,
sin embargo, son a su vez los países más vulnerables a las consecuencias de esta
ruptura de los límites. Los países más enriquecidos son quienes acumulan una mayor
deuda ambiental, por ello y atendiendo a los criterios de justicia climática, deberán ser
países como los europeos los que deban adquirir unos compromisos mayores. Se hace
necesario revertir el hecho de que el 20% de la población mundial absorbe el 80% de
los recursos naturales
.
Desde STACYL exigimos a los futuros gobiernos locales castellanos y leoneses y al
autonómico que declaren el estado de emergencia climática y actúen en consecuencia.
Las Administraciones Públicas deben contribuir en la creación de una sociedad más
justa y sostenible, dada su capacidad y responsabilidad en la búsqueda de soluciones.
Invitamos a la ciudadanía, y en especial a los empleados públicos, a que apoyen y se sumen a este llamamiento.